6 de Dic. de 2004
Conocí
a Juan Enríquez Cabot hace como doce años. En aquél entonces Enríquez dirigía al
organismo Servicios Metropolitanos del Distrito Federal en el gobierno del
Regente Manuel Camacho Solís. La empresa donde yo trabajaba buscaba oficinas
nuevas en la Cd.
de México y Juan Enríquez trataba de convencer a empresas como la nuestra de construir
junto a uno de los grandes tiraderos de basura de la ciudad, en una zona de
minas. El tiradero lleno de deshechos orgánicos quemaba incesantemente metano y
se veían los quemadores encendidos permanentemente en lo que quedaba del
tiradero; además, el suelo de la zona era potencialmente inestable por las
minas. Llegaron nuestros expertos de Nueva Jersey y simplemente dijeron que no.
Pero Juan y su gente fueron capaces de convencer a muchas otras empresas de construir
allí de tal manera que hoy en día Santa Fe es el desarrollo inmobiliario más
importante del Distrito Federal.
Juan
Enríquez es hijo de quien fuera Secretario de Turismo en el gobierno de Miguel
de la Madrid ,
Antonio Enríquez Savignac, quien creara Cancún, Ixtapa, Loreto, Los Cabos y
Huatulco y luego por diez años fuera secretario general de la Organización Mundial
de Turismo; su madre es de las familias de abolengo de Boston. Quizá es por
esto último que Juan viva en Boston, retirado de la política, dedicado a manejar
un fondo de inversión especializado en biotecnología y como director de un
importante proyecto en esta materia en la Escuela de Negocios de la Universidad de
Harvard.
Recientemente
publicó un interesante libro de divulgación que muestra los impactos causados
por las revoluciones genética, digital y del conocimiento, en donde menciona
como la brecha entre países se va ampliando debido a estas revoluciones y que
están produciendo una nueva economía. Esta economía de que nos habla Juan en su
libro está basada en el conocimiento.
Los
procesos industriales de baja complejidad e intensivos en mano de obra se han
trasladado a países donde ésta abunda y es por lo tanto barata. En México
conocemos bien el fenómeno a través de las maquiladoras. También sabemos que
cuando estas plantas encuentran lugares más baratos en donde producir,
simplemente se van. A China o a Centroamérica. No importa.
Lo
que hoy en día crea riqueza en las naciones requiere muchos conocimientos. El
viejo paradigma marxista de la lucha de clases entre los dueños del capital y
los asalariados ha dado paso a este nuevo paradigma en donde el capital más
valioso es el cerebro humano a través de sus conocimientos, creatividad,
inteligencia e iniciativa y por lo tanto las personas son dueñas de su capital:
su cerebro. El dinero para crear industrias y nuevos negocios abunda gracias a
los sistemas de pensiones que tan bien funcionan en los países avanzados y que
permite que haya grandes capitales de alta movilidad y disponibilidad para
invertir en proyectos rentables en cualquier parte del mundo. Por su parte la
mano de obra en esta nueva economía es desplazada por máquinas y robots de muy
alta tecnología.
Con
la facilidad del correo electrónico, hace algunos días le preguntaba a Juan
Enríquez que si su fondo de inversión estaría dispuesto a invertir en
Aguascalientes y me dijo que no. Sus áreas de interés se concentraban en Boston
y San Francisco, California. ¿Por qué? Bueno esto no me lo dijo pero podría ser
porque en esas zonas es donde hoy se concentra el mayor número de empresas
dedicadas a la biotecnología y allí es donde se encuentran los talentos que desarrollan
estas empresas: los investigadores que no se encuentran aquí.
Pero
tampoco se encontraban en Singapur hasta hace pocos años. Lo que su gobierno
hizo fue crear un complejo de unos doscientos mil metros cuadrados que costó
$300 millones de dólares llamado Biopolis dedicado a desarrollar proyectos y
negocios en torno a biología molecular, bioinformática, genética y
nanotecnología. Para ello ha salido a buscar a los investigadores a todo el
mundo. De las 4,000 personas con doctorados en ciencias que trabajan allí, un
tercio son extranjeros. El atractivo es que el gobierno invierte $2,000
millones de dólares en proyectos de investigación y fondea proyectos de alto
riesgo que no encontrarían apoyo financiero en otras partes. Con ello los
investigadores pueden llegar y desarrollar sus proyectos con ese apoyo
financiero, además de que Biopolis cuenta con instalaciones y laboratorios con
la tecnología mas avanzada disponible en el mundo. No a todos les gusta vivir
en Singapur, pero muchos están dispuestos a hacer el sacrificio. A cambio de
este apoyo los científicos extranjeros actúan como consultores y ayudan a
científicos locales en la solución de sus problemas. Seguramente les transfieren
importantes conocimientos también a los científicos locales.
.
¿Podremos
hacer esto en Aguascalientes? Juan Enríquez en su correo me comenta que sí se
puede. Que hay muchos científicos que preferirían salirse de Estados Unidos por
ejemplo. Con un buen proyecto, una buena iniciativa, se podría.
¿Por
qué es importante para Aguascalientes atraer talentos? Porque ellos nos
ayudarán a generar empleos de alto valor agregado y generar riqueza. Mejorarán
nuestras escuelas y educarán a nuestros hijos en las ciencias que dominarán la economía
del futuro. Las maquiladoras, la inversión extranjera que llega hoy en día a nuestra
tierra vienen atraídas por la mano de obra barata, llámense ingenieros u
operarios. En lugar de atraer estos trabajos deberíamos salir a buscar talentos
para construir en nuestro estado la economía del futuro y que nos ayuden a desarrollar
nuestros talentos locales. Ese es el gran reto que nos espera.
Se agradecen comentarios al correo octaviodiazgl@yahoo.com.mx
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