domingo, 12 de enero de 2014

La Nueva Economía



6 de Dic. de 2004

Conocí a Juan Enríquez Cabot hace como doce años. En aquél entonces Enríquez dirigía al organismo Servicios Metropolitanos del Distrito Federal en el gobierno del Regente Manuel Camacho Solís. La empresa donde yo trabajaba buscaba oficinas nuevas en la Cd. de México y Juan Enríquez trataba de convencer a empresas como la nuestra de construir junto a uno de los grandes tiraderos de basura de la ciudad, en una zona de minas. El tiradero lleno de deshechos orgánicos quemaba incesantemente metano y se veían los quemadores encendidos permanentemente en lo que quedaba del tiradero; además, el suelo de la zona era potencialmente inestable por las minas. Llegaron nuestros expertos de Nueva Jersey y simplemente dijeron que no. Pero Juan y su gente fueron capaces de convencer a muchas otras empresas de construir allí de tal manera que hoy en día Santa Fe es el desarrollo inmobiliario más importante del Distrito Federal.

Juan Enríquez es hijo de quien fuera Secretario de Turismo en el gobierno de Miguel de la Madrid, Antonio Enríquez Savignac, quien creara Cancún, Ixtapa, Loreto, Los Cabos y Huatulco y luego por diez años fuera secretario general de la Organización Mundial de Turismo; su madre es de las familias de abolengo de Boston. Quizá es por esto último que Juan viva en Boston, retirado de la política, dedicado a manejar un fondo de inversión especializado en biotecnología y como director de un importante proyecto en esta materia en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.

Recientemente publicó un interesante libro de divulgación que muestra los impactos causados por las revoluciones genética, digital y del conocimiento, en donde menciona como la brecha entre países se va ampliando debido a estas revoluciones y que están produciendo una nueva economía. Esta economía de que nos habla Juan en su libro está basada en el conocimiento.

Los procesos industriales de baja complejidad e intensivos en mano de obra se han trasladado a países donde ésta abunda y es por lo tanto barata. En México conocemos bien el fenómeno a través de las maquiladoras. También sabemos que cuando estas plantas encuentran lugares más baratos en donde producir, simplemente se van. A China o a Centroamérica. No importa.

Lo que hoy en día crea riqueza en las naciones requiere muchos conocimientos. El viejo paradigma marxista de la lucha de clases entre los dueños del capital y los asalariados ha dado paso a este nuevo paradigma en donde el capital más valioso es el cerebro humano a través de sus conocimientos, creatividad, inteligencia e iniciativa y por lo tanto las personas son dueñas de su capital: su cerebro. El dinero para crear industrias y nuevos negocios abunda gracias a los sistemas de pensiones que tan bien funcionan en los países avanzados y que permite que haya grandes capitales de alta movilidad y disponibilidad para invertir en proyectos rentables en cualquier parte del mundo. Por su parte la mano de obra en esta nueva economía es desplazada por máquinas y robots de muy alta tecnología.

Con la facilidad del correo electrónico, hace algunos días le preguntaba a Juan Enríquez que si su fondo de inversión estaría dispuesto a invertir en Aguascalientes y me dijo que no. Sus áreas de interés se concentraban en Boston y San Francisco, California. ¿Por qué? Bueno esto no me lo dijo pero podría ser porque en esas zonas es donde hoy se concentra el mayor número de empresas dedicadas a la biotecnología y allí es donde se encuentran los talentos que desarrollan estas empresas: los investigadores que no se encuentran aquí.

Pero tampoco se encontraban en Singapur hasta hace pocos años. Lo que su gobierno hizo fue crear un complejo de unos doscientos mil metros cuadrados que costó $300 millones de dólares llamado Biopolis dedicado a desarrollar proyectos y negocios en torno a biología molecular, bioinformática, genética y nanotecnología. Para ello ha salido a buscar a los investigadores a todo el mundo. De las 4,000 personas con doctorados en ciencias que trabajan allí, un tercio son extranjeros. El atractivo es que el gobierno invierte $2,000 millones de dólares en proyectos de investigación y fondea proyectos de alto riesgo que no encontrarían apoyo financiero en otras partes. Con ello los investigadores pueden llegar y desarrollar sus proyectos con ese apoyo financiero, además de que Biopolis cuenta con instalaciones y laboratorios con la tecnología mas avanzada disponible en el mundo. No a todos les gusta vivir en Singapur, pero muchos están dispuestos a hacer el sacrificio. A cambio de este apoyo los científicos extranjeros actúan como consultores y ayudan a científicos locales en la solución de sus problemas. Seguramente les transfieren importantes conocimientos también a los científicos locales.
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¿Podremos hacer esto en Aguascalientes? Juan Enríquez en su correo me comenta que sí se puede. Que hay muchos científicos que preferirían salirse de Estados Unidos por ejemplo. Con un buen proyecto, una buena iniciativa, se podría. 

¿Por qué es importante para Aguascalientes atraer talentos? Porque ellos nos ayudarán a generar empleos de alto valor agregado y generar riqueza. Mejorarán nuestras escuelas y educarán a nuestros hijos en las ciencias que dominarán la economía del futuro. Las maquiladoras, la inversión extranjera que llega hoy en día a nuestra tierra vienen atraídas por la mano de obra barata, llámense ingenieros u operarios. En lugar de atraer estos trabajos deberíamos salir a buscar talentos para construir en nuestro estado la economía del futuro y que nos ayuden a desarrollar nuestros talentos locales. Ese es el gran reto que nos espera.



Se agradecen comentarios al correo octaviodiazgl@yahoo.com.mx

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